top of page

Historia de Carlos y
su gran guerrero Carlitos

Historias

Captura de Pantalla 2023-12-15 a la(s) 12.49.13.jpg
Captura de Pantalla 2023-12-15 a la(s) 12.49.35.jpg
Captura de Pantalla 2023-12-15 a la(s) 12.49.23.jpg

Mi nombre es Carlos, soy papá de un bebé prematuro. Nació a los 6 meses, pesando 824 gramos y midiendo 24 cm. Todo sucedió muy rápido. Fuimos al seguro para el control de mi esposa y salió diciéndome que querían dejarla internada porque al parecer tenía preeclampsia. Nos preocupamos porque sabíamos que eso indicaba que, si no le controlaban la presión, tendrían que interrumpir el embarazo. Y así fue, ambos corrían mucho riesgo y los doctores nos decían que no había buen pronóstico para él.

Al día siguiente, pude verlo por fin. Fue lo más duro y hermoso de mi vida. Lo vi entubado con un montón de cosas conectadas a su cuerpecito, mientras mi esposa seguía internada. Ella duró todavía una semana más hospitalizada y sin poder ver a nuestro bebé, ya que se resfrió en tiempos de COVID, en plena ola de la pandemia.

 

Recuerdo que un doctor me dijo que su pulmón podría colapsar y que solo era cuestión de tiempo. Yo le decía a su mamá que estaba bien, que él estaba echándole muchas ganas, que era todo un guerrero. Ella fue dada de alta y lo primero que hicimos fue ir a ver a nuestro bebé. Yo estaba afuera para darle ánimos cuando saliera.

 

Los días pasaron y se puso muy grave. Agarró una bacteria hospitalaria y comenzó a tener daño hepático. El pronóstico nuevamente no era bueno. Solo nos quedaba tener Fe, confiar en él y en sus doctores. Después de 2 meses y medio de sobrevivencia en la UCIN, la doctora nos dijo que Carlitos tenía algo llamado retinopatía del prematuro, pero debíamos llevarlo a Veracruz para hacerle estudios, ya que en Tabasco no había forma de hacerlos. Sin embargo, había un riesgo porque él estaba con oxígeno debido a la displasia pulmonar. Solo uno podía viajar y decidimos que lo hiciera yo. No dormí nada durante el viaje de ida. Llegamos en la madrugada y yo estaba junto a mi Carlitos, esperando nuestro turno para ingresar, sin saber qué noticias recibiría. La doctora me dijo que mi bebé tenía retinopatía del prematuro grado 5 y que no había nada que hacer, que no iba a poder ver.

 

Fue lo más difícil, la verdad. Sentí que mi mundo se desmoronaba y tenía que darles la noticia a mi esposa y a toda la familia. No sabía qué podía decir, hasta que llegó el momento. Mi esposa me llamó y tuve que decirle, aguantándome las ganas de llorar, para darles ánimos y fortaleza a ella. Pero en mi corazón, estaba realmente triste. Sin embargo, debía ser fuerte por ella y por mi bebé.

 

El tiempo pasó y finalmente dejó de necesitar oxígeno. Lo trasladaron a cuneros, pero cuando pensé que era el momento de llevarlo a casa, no fue así. Debido al tiempo prolongado con oxígeno, desarrolló dos hernias en la zona abdominal y existía el riesgo de que aprisionaran el intestino. Tuvo que someterse a dos cirugías que afortunadamente salieron bien.

 

Las cosas no han sido fáciles, pues todo esto afectó a mi esposa. Se siente culpable y a veces aún se siente así. Yo era quien lo veía y atendía todas las noches, porque su depresión no se lo permitía. Siempre trato de ser comprensivo, pero a veces también deseo que las cosas cambien, porque yo también me siento mal. Me pongo triste, quiero llorar, gritar o simplemente estar solo. Pero no puedo, porque ese no es mi papel. Ser papá es muy diferente a ser mamá, aunque uno diga que no lo es.

 

Muchas veces me he sentido triste, decaído, sin ganas de nada. Solo quisiera quedarme en la cama y llorar. Pero tengo una hermosa hija, aunque no sea mi hija biológica, está muy apegada a mí y para mí, ella es mi princesa. Por ella, hago todo. Tengo una esposa que, a pesar de los problemas, está ahí y también necesita apoyo, ánimo y que yo esté para apoyarla. Y tengo a mi pequeño, que, con su retinopatía, necesitará de sus papás para salir adelante y seguir siendo un campeón, un guerrero en la vida y aunque no sea fácil, mientras él siga luchando por salir adelante, lo mínimo que puedo hacer es luchar también junto a él, día a día.

 

Ser papá de un bebé prematuro también conlleva dificultades. Todos opinan, excepto tú. Tu esposa llora y se siente culpable, y tú no sabes qué hacer. También tienes ganas de llorar, pero te aguantas para ser fuerte y animar a tu esposa. Quisieras poder hacer muchas cosas con tu hijo cuando sea grande, pero sabes que no será posible, especialmente porque ha desarrollado una discapacidad debido a su prematuridad. También sientes la necesidad de hablar y desahogarte, pero ¿con quién? Eres un hombre y tu esposa necesita fortaleza, así que te haces cargo de verlo todas las noches, ya que ella entra en depresión. No sabes qué hacer, te cansa, te frustra, te deprime, pero buscas fuerzas para seguir adelante y darles lo mejor a ellos, porque son todo para ti.

- Carlos

¡Necesitamos tu ayuda!

bottom of page